Y fíjate, que yo odié toda esa mierda día tras día, pero en ese momento me encandiló.
La magia en las pupilas. Volviéndome a jugar una mala pasada.
Nunca había visto unos ojos tan cerrados y a la vez tan expresivos y brillantes.
Y ahora, tanto tiempo después, puedo reconocer, que el rojo de esos ojos cada día me volvía más loca.
Ya ves, que de vueltas da la vida, hoy ya ni me pierdo ni me encuentro en ese iris.