viernes, 27 de diciembre de 2013

Heal

Era lo más parecido a un día gris. 
Revolución y tornado en la voz más dulce que jamás escuché. 
Sus ojos amarillos como el sol desprendían vida, aunque solo cuando las pupilas no los convertían en tristeza y oscuridad. Y aún así, juraría que jamás había visto algo tan increíble.
Era un invierno constante y desconcertante que vivía enamorada del otoño. 
Creía en las miradas y no en las sonrisas. 
Odiaba ese pequeño rayo de sol que salía antes de la gran tormenta. Y yo que siempre pensé que era ella.
Era fría como el hielo, pero sentía fuego cada vez que me rozaba. 
Nunca supe que pensaba, por qué se perdía entre la muchedumbre para estar sola, por qué se mordía el labio cada vez que iba a sonreír, como si quisiera evitarlo. Nunca entendí nada de lo que me quiso decir al mirarme, pero aún así me traía de cabeza. 
No quise darme cuenta, de que uno no puede enamorarse de la tristeza, aunque sea más bonita y apetecible que la propia luna. 
Que la quise, por cada rincón de su pequeño cuerpo.
Que puedo decir orgulloso que conseguí conocerla un poco más de lo que muchos llegaréis a hacerlo nunca. 

martes, 10 de diciembre de 2013

Balas

Te busqué más allá de las noches de alcohol y porros. 
Tuve tres millones de oportunidades de quererte con todas mis fuerzas y lo hice en cada una de ellas aún sabiendo que tú, tan solo querías parte de mí. 
Yo estaba entera, hasta el día que decidiste que el amor no merecía la pena y que yo, tan solo era una soñadora más, una enamorada de la vida y la poesía que daría lo que fuese por tener la más remota sensación de magia. 
Todavía sigo pensando en tus manos, recorriendo cada milímetro de mi piel. Y en tu voz, perdiendo segundo a segundo el sentido. 
Conocías cada uno de mis movimientos, de mis susurros y mis gritos, de mis risas y mis llantos. Me conocías tanto que no tenías ni el más mínimo miedo de reconocer que lo hacías mejor que nadie. Y aunque no te imaginas cuanto duele reconocerlo, cada día me calabas más y más. Y es que mientras que tú me ibas ganando yo me iba perdiendo lentamente. 
No sé decirte si lo que siento es vacío o ganas de ti. Si el amor es una trampa en la que caí rendida y jamás supe levantarme. Si algún día recuperaré esas ganas de sentir por alguien lo que fui capaz de sentir por ti. 
Porque tengo los cojones de no mirarte por no tenerlos de perderme de nuevo en tus ojos. 

martes, 3 de diciembre de 2013

Fuimos más fuertes que la propia fuerza de la gravedad.

"Y terminamos rebañándonos, 
relamiéndonos los dedos 
en señal de rendición."


Sé que recuerdas cada esquina de mi cuerpo en todos los formatos. 

Puede ser, que cierto día viajaras por mi mente a tus anchas derrumbando y construyendo todo lo que te venía en gana. 

Conozco en tus ojos ese brillo de felicidad, pero también el de tristeza. 

Abandonar la partida no supone ni ganar ni perder, solo abandonar. Abandonarnos. 

Luego tu mirada volverá a hacer de las suyas, viajando por recovecos de mí que ya te prohibí una vez. 

Y una vez más, haremos de este diciembre un nuevo octubre, aunque esta vez sin caricias ni palabras bonitas. Sin magia. 

Volver significa retroceder. Revivir sin reinventarse. Y a mí hace tiempo que eso ya no me sirve de nada. 

Pasará el tiempo y seguirás con tu estúpida manía de que es el tabaco el que me hace daño y no tú. Y seguirás prometiendo amaneceres que jamás llegarán, con la picardía del que sabe que una debilidad es un castigo del que jamás te puedes librar.