miércoles, 26 de febrero de 2014

Piel de huracán, podemos apostarlo al billar.

Veo atardecer entre estas calles,
que antes,
me llevaban a ti.

He salido a la calle,
porque mi cama
(no sé por qué coño)
ahora me huele a ti.

Leiva dice en Eme
que la culpa
pesa un kilo más
para el que parte.

La culpabilidad es mucho más jodida
que todas vuestras penas.

(Podría intentar escribir bonito,
pero tengo tanta rabia por dentro.. )

Decirme que hay de lógico
en querer a alguien y no luchar
por ese jodido alguien,
que supuestamente,
es tan importante para ti.

Ser pasional es una putada.
Pensar en los demás antes que en ti,
también.
Que no lo valoren una puta mierda
ya ni os cuento.
Pero que empiecen a tontear en tu puta cara
con otras,
eso no tiene precio.

Así que me voy con mi música
y mis ganas de volver a ser feliz (algún día)
a otra parte.
Y ten claro, que eso va a ser muy lejos
de ti.


Puntos de sutura.

Tengo los ojos tristes y como platos,
no por haber llorado, sino por evitarlo.

Lo evito por orgullo, por no decepcionar(me) más.

Tengo los ojos llenos,
de la vida que me falta.

Siento ser la traba que se cruza en tu camino
para entristecerlo y no para hacerte feliz como mereces.

Siempre he huido de los trenes
que solo pasan una vez en la vida.
Me dan miedo los andenes,
y sé, que ningún tren me lleva a ninguna parte.

Odio ver el tiempo pasar como si nada,
verle reírse en mi cara por no ser capaz de avanzar,
por no ser capaz de controlarle
sin que él decida por mí.

El día que me dejé marchar
fue aquel en el que dejé de creer en el amor
y sobre todo, en la magia.

Ya sé eso que dicen de que "La vida es demasiado bonita para estar triste"
Pero yo soy la chica triste,
de los ojos tristes,
que huye de la felicidad,
por no saber tratarla,
ni quererla.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Queríamos ser extraordinarios.

Me dan igual tus idas y venidas. 
Tus te quieros a medias, cuando te has bebido dos cervezas de más o cuando la resaca no te deja si quiera abrir los ojos y aún así solo piensas en tenerme a tu lado. 
Date cuenta que un día estuve ahí, donde tantas otras perdieron la cabeza y todo lo que ello conlleva. 
Permíteme que no quiera doler en momentos y estados en los que tú eras el hilo del que pendía mi vida. 
No quiero más susurros, ni distancias absurdas por lo que pudo y no fue. 
No quiero más balas atravesando mi pecho, y menos aún saliendo de tus manos. 
No quiero tu mirada atravesando mis huesos, calando más hondo de lo que jamás permití. 
No te quiero, como en su día lo hice, ni quiero volverte a querer.
Y a veces, desearía no haberte conocido, no haberte cambiado. 
Desearía no ser la típica chica especial que tienen todos los imbeciles como tú. 
No te das cuenta, que esa chica desapareció, se ahogó cierto día entre promesas por y para una historia sin pies ni cabeza, donde jamás hubo un nosotros ni las ganas de. 
Siempre, serás esos ojos azules que se clavaban tan dentro que eran capaces de descomponerme. Siempre serás tú, y yo siempre seré yo. 
Pero deja que cambie ese yo, lo mejore y lo disfrute. Deja que otros lo recompongan y sepan hacerle feliz. 

martes, 11 de febrero de 2014

Pánico

Voy a comenzar por el final, por el 'lo siento'.

Siento volver a ser la chica triste que prefiere estar sola que en tus brazos. 

Siento no tener ganas de sentirme poesía en tu boca. 

Siento el tener millones de motivos para quererte y buscarme la más mínima falta, para poder encerrarme entre estas pequeñas curvas que he dejado de desear que recorras. 

Siento haber dejado de creer por momentos en la magia que supone esa caricia en el último momento, que me hace recuperar las ganas de todo, las ganas de ti. 

Siento saber, que en apenas dos meses me has hecho sentir tanto, que me has acojonado y ganado en un terreno que conocía y solía dominar. 

Dime cómo y cuándo llegaste a conocerme y desconocerme con tantas ganas y ansias.

Dime por qué decidiste que alguien que no es capaz de ser feliz por si misma podría darte la felicidad que tanto deseabas. 

Dime dónde fue el último lugar en el que tu sonrisa quiso ser mi luz. 

Dímelo tú, porque yo sigo buscando ese motivo por el que poder tener razones para estar triste, para dejar de tener estas ganas de volver a sentirme poesía en tu boca, de que recorras y te estampes en estas curvas. 

Y vuelvo decirte que lo siento, por ser la cabeza loca de siempre, que nunca tendrá las cosas claras, pero que cada día te quiere más y más.