sábado, 4 de febrero de 2012

Hay muchas miradas que hacen olvidar el dolor, pero "ya ninguna" lo calma.

Lo siento, lo digo en serio. Siempre he pensado (quizás realmente lo he soñado) que tu serías esa mirada que todo lo calma, esa en la que te fundes y te pierdes. Lo siento, por escribir esto, prometí que no lo volvería hacer, que no volvería a representar mis rayadas en textos sin sentidos porque todo el sentido lo tienes tú. Pero es que llevo varios días sin encontrarte el sentido. Te quiero, eres el amor de mi vida, hasta aquí todo claro. Pero que pasa cuándo nos vamos alejando poco a poco, tan lentamente que ni te enteras. Que el frío arruina nuestros planes de fin de semana, dejándonos querernos solo entre semana. Querido amor de entre-semana, el frío no tiene la culpa. Soy débil, débil a ti, puedes hacerme la putada más gorda del mundo, que como vengas y me des un abrazo voy a derretirme y a caer redonda en tus brazos. Sabes de sobra que odio pagar todo mi mal humor contigo y que me encantaría vivir un amor de ensueño, pero no sé. No me gusta la perfección, quizá por que nunca la he conocido, por eso me enfado contigo para hacer más interesante todo. Odio las terceras personas, y las cuartas y las décimas. Cualquier día de estos me matará la curiosidad y descubriré el nombre de esa puta (creo que también prometí no volver a nombrarla, eso también se me había olvidado) que me jodió el uno de enero y puede que hasta me haga su amiga. Sabes que no le tengo rencor a nadie, tanto es así que sería capaz de hacer mil pactos con el mismísimo diablo. Mi falta de confianza se convierte en celos, asquerosamente insoportables, pero te los has ganado. Y lo siento, ya paro. Solo quiero que me des un sorpresa y vengas a visitar mi desconcierto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario