domingo, 16 de diciembre de 2012

Déjame, que puede que no vuelva a sonreír.

Aquella noche, no rozamos el cielo con las yemas, lo cogimos. Con más fuerza que nunca. Con más ganas de comernos el mundo que de comernos el uno al otro. Entre estas cuatro paredes apestaba a amor. Estas cuatro paredes que han presenciado peleas, abrazos, besos, caricias y mil ñoñerías más que no me apetece recordar. Que han visto como nos derrumbábamos. Como he llegado a dormir en el suelo, porque tú ya no estabas en mi cama. Que asco de amor tío. Lo das todo para nada. Anda que no hemos pasado tardes empezando a ver pelis, o delante de la pantalla de este ordenador. Cuantas veces me habrás esperado a que terminara de arreglarme. O has entrado corriendo al baño a gritarme que saliera ya de la ducha que era una pesada. Cuantas veces has bajado andando los ocho pisos porque subían mis padres por el ascensor. Cuantas fotos tengo escondidas entre los cajones. Cuanto te quiero y cuanto te odio. Te echo de menos, hoy más que nunca, pero lo superaré. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario