lunes, 20 de mayo de 2013

Comprendes con los años, lo aprendes si hace daño.

Fui todo aquello que ahora odio.
Quise con todas mis fuerzas y perdí. 
Era capaz de apostarlo todo sin pensarlo dos veces.
Caía con las dos primeras tonterías. 
Pensaba que ser débil era mi mayor debilidad, y sé que eso me hizo fuerte.
Si me hablabas de orgullo, bueno, eso no existía en mí. 
Fui feliz, para ser sinceros, pero de esa felicidad ciega.

Quizá perdí por haber cambiado.
Por no quererlo apostar todo.
Por no seguir ciega.
Que ahora me quedo con lo bonito, pero ya no olvido nada.
Las puñaladas por la espalda me las quedo grabadas en cicatrices como si de tatuajes se tratara.
Ya no duele, lo que antes mataba.
Ya no me importa callar bocas, ya no importa lo que pienses.

Lo bueno de controlar mis sentimientos, es que así no siento nada por nadie.
Así no se sufre, y eso es demasiado tentador.
Sé lo que vas a decir de que no sentir es una mierda, pero mírame, he llegado a este punto por sentir demasiado. 

Cuando pienses en olvido acuérdate de mí, de verdad, porque el olvido no existe. 



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