jueves, 2 de junio de 2011

Entre sonrisas cómplices y caricias secretas.

Están ahí, más juntos que nunca. Rozando la piel del otro como nunca lo habían hecho. Sienten algo tan increíble, algo que solo puede sentirse en ciertos momentos de felicidad. Se tienen el uno al otro. Él la abraza con delicadeza, no quiere dejar de poder abrazarla nunca. Le da un beso en el cuello. Ella sonríe. Están tapados con una sábana blanca, muy suave, con el perfume de vainilla de ella, y con los sueños de la noche anterior encerrados para siempre. Dice que las comparaciones son odiosas, pero ellos no hacen caso de eso, porque ahora mismo entre esas sábanas blancas, como si fueran las nubes, ellos acaban de rozar, no el cielo, si no el Paraíso.

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